🕊️No todos lo ven, y está bien
Cuando uno empieza a ver lo invisible, algo se transforma para siempre.
Pero también empieza una nueva soledad.
Porque lo que uno ve…
no siempre es visto por los demás.
Los otros también estaban allí.
También vieron la luna, el animal, la escena.
Pero no lo vivieron igual.
Porque ver no es mirar.
Y sentir no es reaccionar.
Y ahí se abre un dilema sutil:
¿Estoy exagerando… o estoy despertando?
Con el tiempo, se aprende que no hay que explicarlo todo.
Que no hay que convencer a nadie.
Que no se trata de que los otros lo vean,
sino de honrar lo que uno ve, en silencio.
Entonces nace otra forma de amor.
Una más callada.
Una que se permite no quedar con todos,
no asistir a todo,
no cumplir con todo…
porque el alma necesita espacios para comprender lo que está viviendo.
Y cuando llega el encuentro verdadero,
cuando uno decide estar,
está con todo el corazón.
Y es ahí cuando el propósito se vuelve cuerpo:
Poner palabras donde otros solo sienten.
Amar sin ruido.
Ser presencia.
Ser puente.
🔸
¿Te ha pasado alguna vez no poder explicar lo que sentías… pero saber que era verdadero?
¿Has sentido esa necesidad de espacio para volver a ti antes de estar con otros?
Si algo de esto resuena contigo, este lugar también es tu casa.