🕯️ Mi casa es mi santuario.
✨ ✨ Con este post iniciamos una serie sobre el hogar como espacio sagrado.
Un viaje hacia adentro, entre objetos, rincones y silencios…
donde quizás descubras algo que ya estaba allí, susurrándote.
Permanece atento,
porque estos posts entrarán despacio en este espacio,
como cuando tú entras en un lugar que sabes que has de honrar…
y que, al hacerlo, también te honra a ti.
Hay lugares donde una puede por fin quitarse todas las máscaras.
Donde no hace falta sonreír si no quieres.
Donde cada objeto tiene una historia, una energía, una presencia.
Mi casa no es perfecta, pero es mía.
Y no hablo de propiedad, sino de pertenencia.
He ido eligiendo con cuidado cada rincón.
A veces sin saber por qué, otras veces con una certeza que no venía de la mente.
Como si algo superior me dictara el lugar exacto donde poner esa flor, esa foto, esa piedra.
En mi casa hay flores secas.
Hay llaves, gatos dormidos, y señales que solo yo comprendo.
Y cada detalle, cada silencio, me recuerda lo que soy cuando no tengo que ser nada.
Aquí lloro sin miedo.
Aquí rezo en voz baja sin que nadie escuche.
Aquí agradezco lo vivido, lo roto y lo que aún no entiendo.
Mi casa no solo me protege.
Me revela.
Y por eso, no puedo llenarla de cualquier cosa.
Porque cada objeto habla.
Y cada gesto crea realidad.
Aquí dentro, he aprendido a vivir despacio.
A encender una vela y sentir que el día cambia.
Este lugar es mi templo.
No de mármol. No de oro.
Sino de presencia.
Donde la belleza no es decoración:
es símbolo.
Y donde lo invisible, por fin, encuentra un cuerpo para habitar.
🪞Preguntas para ti:
— ¿Has sentido que al entrar en tu casa, de repente tu día cambia?
— ¿Qué sientes cuando miras a tu alrededor?
— ¿Es tu casa tu refugio o te incomoda estar en ella?
— ¿Quién eres tú… cuando cierras la puerta por dentro?