Hay llaves que no abren puertas,
abren memorias.
Que, al sostenerlas,
despiertan un eco antiguo
de amor, de refugio, de hogar.
Aunque el metal se quiebre,
la huella que dejó en tu vida
permanece intacta.
Porque hay llaves que, más que cerrar,
te recuerdan dónde siempre
puedes volver.