En cada cruce decisivo, algo en ti se presenta primero.
Si aparece el miedo, hablará tu pasado.
Si surge la herida, hablarán tus viejas repeticiones.
Pero si en ese instante se levanta tu soldado interior,
aparece la fuerza de tu palabra verdadera.
El soldado no es violencia.
Es fuego y decisión.
No combate por odio, sino por verdad.
Su armadura no está hecha de hierro,
sino de presencia y de coherencia.
Sostiene tu sí aunque afuera todo grite que no.
Por eso la formación no es información:
es forjarte para el límite,
es aprender a mantenerte en pie
cuando lo de siempre intenta arrastrarte.
✨ El soldado interior es la voz que dice:
“No me retiro de mi palabra.
Aunque tiemble, permanezco.”
La pregunta es: ¿dejas hablar a tu herida o a tu soldado?
🕊 “Las palabras también son semillas.
Si deseas seguir sembrando conmigo, puedes recibir cada siembra en tu correo.”