“El rincón de los animales”
Mis gatos tienen su lugar en cada rincón.
Una caja de cartón en mitad del comedor, que llegó por casualidad y se volvió santuario de juegos.
Un cojín hundido, una manta en lo alto del sofá desde donde observan los árboles, los pájaros, la vida.
Hay un cuenco de agua colocado estratégicamente.
Y cada vez que lo lleno, me miran, se acercan y beben… como si reconocieran el gesto.
También están ellas: las tortugas.
Con su ritmo lento, con su gozo en el agua, con su apetito tan sereno.
Y mis gatos lo saben: ellas también habitan esta casa.
Las miran con respeto. Las aceptan sin palabras.
Forman parte del todo.
Y yo estoy ahí, en medio de mil tareas, mirando de reojo ese pequeño mundo lleno de paz.
Y siento algo muy simple… y muy profundo:
una alegría secreta, una satisfacción que no se puede explicar.
Cuando los veo limpios, tranquilos, con su agua fresca, su comida, sus rincones mullidos,
me invade una sensación de tarea cumplida.
Como si el amor también se reflejara en lo bien puestos que están sus cuencos.
Y ellos lo saben.
Me esperan al final del día.
Esperan su caricia.
Sus chuches preferidas.
Y yo, sin decir nada, les doy ese pequeño acto de amor…
como quien se entrega a un rito silencioso, pero sagrado.
💭 Preguntas simbólicas al cierre:
• ¿Tienen tus animales su rincón en tu templo?
• ¿Qué parte tuya cuidan… sin que lo notes?
• ¿Podrías leer el estado de tu alma a través de cómo están ellos?