El mueble como altar.
Hay muebles que no solo guardan cosas.
Guardan recuerdos, personas, gestos que ya no están.
Guardan trozos de ti.
Yo tengo un joyero antiguo, de madera ya gastada.
Lo abrías y sonaba una música, y una bailarina giraba.
Me lo regaló mi tía cuando era pequeña.
Recuerdo ese día como si fuera hoy.
El joyero sigue ahí, intacto.
Las joyas, en cambio, las guardo sin orden, como si el oro no tuviera precio…
Porque lo valioso está en el gesto, no en el objeto.
Tengo cajones que nadie ve.
Y están desordenados.
Me gusta el orden, la claridad.
Pero hay espacios que mantengo caóticos, como si en ese pequeño desorden viviera un trozo de mi madre.
No puedo tocarlos.
Como si al mantenerlos así, ella siguiera aquí, en mí.
El mueble bar del comedor guarda flores del funeral de mi abuela.
Una blanca, que la representa.
Y otras rojas, que somos nosotros.
También están allí la vajilla de la boda, las fotos de mis hijos cuando eran pequeños, el día de su bautizo, su graduación de infantil, la nuestra de boda.
Y los primeros libros que compré con esfuerzo, cuando empecé a pagarme las cosas por mí misma.
En el dormitorio, el mueble que hace de puente para la cama es un refugio.
Lo he llenado de corazones y estrellas que brillan en la oscuridad.
Mis gatos duermen allí, se asoman a la ventana.
Tienen su cuenco de agua, su manta.
Ese rincón es un altar para ellos… y para mí.
La manta de mi cama se ha vuelto un jardín.
Flores de colores, alfombras rojas.
La cocina está limpia, despejada.
Y en el comedor hay siempre un rincón donde se acumulan las cosas del día.
A veces lo limpio y siento que algo se ordena por dentro también.
El zapatero blanco del recibidor se ha convertido en un lugar bello, estético.
Lo adorno con una rosa eterna, unas fotos pequeñas y un jarrón con lavanda artificial.
Por amor a mis gatos.
Y cuando acabo de fregar por la noche…
me siento en la primera silla del comedor.
Tomo mi café.
Miro la casa limpia.
Y entonces vienen mis gatos, y sé que es hora de descansar.
Ese instante —mínimo, invisible para el mundo—
es mi altar secreto.
Y mi paz.
💭 Preguntas para quien lo lea:
• ¿Qué muebles de tu casa guardan algo más que objetos?
• ¿Hay rincones que no tocas porque esconden una emoción que aún vive en ti?
• ¿Tienes un altar invisible donde se acomoda tu descanso?