Dicen que la montaña siempre devuelve el eco de lo que gritas.
No importa si son palabras de amor o de furia… tarde o temprano, el sonido regresa, intacto o amplificado.
Así funcionan los patrones que repetimos:
lo que sembramos en nuestra mente y en nuestras acciones —consciente o inconscientemente—, la vida lo devuelve.
A veces en forma de personas que parecen nuevas, pero hablan el mismo idioma emocional que otras del pasado.
A veces en oportunidades que, al abrirse, revelan el mismo laberinto de antes.
El eco no es castigo.
Es señal.
Viene a mostrarte dónde aún hay algo que sanar, soltar o transformar.
Si no lo reconoces, creerás que el eco es la voz de otro, cuando en realidad es tu propio sonido de vuelta.
💭 Pregúntate hoy:
¿Qué situaciones de mi vida suenan como un eco que ya escuché antes?
¿Qué mensaje me está trayendo este eco que aún no he querido escuchar?
🛠 Ejercicio para este día:
Piensa en una dificultad actual que te resulte familiar.
Antes de reaccionar, cierra los ojos y visualiza que estás frente a una montaña inmensa.
Escucha lo que dices —o lo que piensas— sobre esa situación… y pregúntate:
Si estas palabras regresaran a mí como eco, ¿qué me traerían?